viernes, 4 de junio de 2010

Reseña de El poder de las imágenes, estudios sobre la historia y la teoría de la respuesta de David Freedberg[1]

El libro de David Freedberg El poder de las imágenes con tan sugestivo título trata de las relaciones entre las imágenes y las personas a lo largo de la historia. La intención del autor es estudiar la respuesta del observador a las imágenes, pinturas, esculturas, grabados e incluso imágenes mentales. La investigación se basa en premisas muy claras, por un lado tomar toda imagen como capaz de generar respuesta y por el otro considerar que al existir esta respuesta es posible elaborar una teoría de la misma. Gran parte de este trabajo se dedica a profundizar en dos temas en particular. Por un lado la relación sensual que puede generar el arte y las prácticas religiosas alrededor del mismo.

En este sentido Freedberg pretende hacer una investigación de la historia del arte al margen de las normas establecidas por la historia del arte tradicional. Así es que utiliza imágenes y actitudes que no han sido consideradas por lo grandes estudiosos como arte o incluso actitudes relevantes o interesantes con respecto a este. Por eso este estudio de Freedberg es interesante pues plantea un estudio de la producción cultural y su utilización, ya que la respuesta se encuentra mediada por uso y significado encontrándonos ante una historia de una práctica, ver.

El método de selección de respuestas se basa en lo que el autor considera como respuestas recurrentes a ciertas imágenes, como ser la respuesta del deseo sexual. De ahí surge la utilización de las imágenes en el libro lo que no presenta otro criterio que el de la respuesta dejando cuestionamientos acerca del marco teórico del autor en la selección de las obras. Dado que el autor insiste en utilizar respuesta de sectores no privilegiados por la historia del arte tradicional, nos encontramos ante un estudio que se ubica en el punto de encuentro entre la antropología y la psicología popular y con mayor fuerza la psicología religiosa.

Cada uno de los temas tratados por Freedberg es una tentadora invitación a analizar las imágenes siguiendo su modelo pero tal vez profundizando en los temas que el autor no profundiza como ser el lugar de producción. Ante esto el autor se plantea la cuestión: “¿No podría ser, además, que yo simplemente estuviera asumiendo unos espectadores ideales y olvidando que las respuestas se forjan en el yunque de la cultura en el fuego de la historia particular?”
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El libro consta de quince capítulos de los cuales del primero al quinto se ejemplifica constantemente la capacidad del espectador de generar respuestas, de las imágenes el cobrar vida e incluso corporeidad y la enorme capacidad del hombre de utilizar las imágenes con fines determinados contando ya con la existencia de la respuesta. En este sentido los siguientes capítulos se centran en ejemplos más concretos y mejor analizados acerca de los usos religiosos de la imagen. En todo caso es importante resaltar que Freedberg no repite la premisa acerca del ejercicio del poder a través de las pinturas o esculturas sino el proceso que permite este uso.

En el capítulo diez el autor se concentra en los usos de la imagen como castigo o para generar vergüenza y pudor convirtiéndose esta en control de la moral social. El autor profundiza igualmente en el tema del miedo como respuesta al deseo generador de una pintura o escultura. Una vez más Freedberg enuncia los problemas de la historia mas solo los menciona sin profundizar en su análisis debido a su interés principal de trazar una línea temporal con las respuestas y así establecer un tipo de relación entre imágenes y personas.

En general a pesar de la diversidad de temas que toca el autor, algunos se extienen en general a todas las reacciones posibles ante una escena pictórica. Por un lado tenemos el fenómeno de ritualización de la relación entre persona e imagen, de ahí surgirán generos particulares como la imagen del poder que Peter Burke y Louis Marin investigan en el cuerpo de Luis XIV. Por otro lado se encuentra la inseparable relación entre los sentidos y la religiosidad y de qué maneras se puede manipular o utilizar un objeto estético con fines de policía. Finalmente tenemos el problema de la representación que es el más importante en el tema de imágenes y su respuesta pues depende del tipo de representación en el que se crea para poder encontrar una u otra respuesta y este es uno de los puntos flacos de Freedberg.

El problema de no profundizar en el lugar de producción de la respuesta, no tanto de la imagen, lleva a complejas interpretaciones que a veces no conducen a ninguna conclusión. En este sentido es debatible el uso de psicoanálisis para comprender la producción de Tiziano o Rafael considerando que este método de estudio del inconsciente fue creado por Freud para analizar un tipo de sujeto determinado. Misma razón por la cual aún en el siglo XIX o XX este modelo no era aplicable a familias africanas o latinoamericanas que se basan en una sociedad extendida y no nuclear. Por lo tanto hasta dónde puede un historiador hacer conclusiones de este tipo, es cuestión de gusto e inclinaciones teóricas. En todo caso queda el gusto a no hacerle justicia a Tiziano y sus desnudos el aplicarle una represión que no es propia de el y que probablemente ni siquiera tenía por lo tanto el autor si bien entra en el delicado tema del deseo en el arte, sería tal vez más apropiado acercarse a él a partir de una concepción contemporánea de la representación y la producción.



Queda entonces claro y casi sin dudas que la imagen definitivamente tiene un poder sobre el espectador y que el espectador tiene para sí o en público una respuesta determinada, como la devoción. Sin embargo al autor no se le escapa que se un trabajo riesgoso y complicado el asumir espectadores ideales y el ignorar tal vez, que la respuesta no solo se genera en una relación íntima dual entre imagen y espectador sino que la cultura y las construcciones históricas juegan un papel importante en este proceso. Empero esto no niega lo afirmado anteriormente acerca del poder de la imagen y sólo es una advertencia acerca del carácter histórico y sociológico de la respuesta .

Es evidente la pertinencia del psicoanálisis en este tipo de estudio. Aunque siempre se puede caer en el error de aplicar un modelo a la fuerza a un tema que no es fácil de aprehender a través de ese, puede arrojar muchas luces a aspectos que antes no se reconocían como pertinentes. Es el caso de la represión o del gusto por la mirada y la escopofilia, como de el querer poseer lo admirable en los cuales interactúan la acción de ver y sentimientos sexuales y sentimentales que son más fáciles de leer a través del psicoanálisis.

El resultado es un libro muy fraccionado mas elaborado con años de trabajo e importante recopilación de datos de fuentes muy variadas. El objetivo planteado por Freedberg en la introducción del libro, de lograr hacer historia del arte dejando de lado las convenciones de la disciplina tradicional y acercarse a las respuestas del pueblo y la indecencia se cumple. De la misma manera las flaquezas de este libro son claras al autor lo que simplemente presenta una actitud honesta de trabajo mas el gran trabajo de recopilación de imágenes y respuestas queda en el aire sin un soporte teórico más claro y contextos que permitan entender la profundidad y complejidad o bien la superficialidad de las respuestas. Sin desmeritar esta obra son mejores ejemplos de utilización de la imagen para la historia, sin hacer historia del arte, el libro The fabrication of Louis XIV de Peter Burke, Food for thought de Louis Marin donde desarrolla una teoría semiológica de la representación y Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento de Michael Baxandall, un excelente ejemplo de historia de la vida privada a partir de las pinturas de los maestros italianos.
[1] Freedberg, David. El poder de las imágenes. Estudios sobre la historia y la teoría de la respuesta. Tr. Purificación Jiménez y Jerónima Bonafé. Ediciones Cátedra S.A., Madrid, 1992
[2] Freedberg, p. 13

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