miércoles, 4 de agosto de 2010

Un mensaje para los arquitectos paceños

Cuando uno está estudiando arquitectura le repiten incansablemente la importancia del usuario del edificio, casa, parque que uno está soñando y que por supuesto es también el mayor impedimento para que los grandes sueños de los arquitectos se concreten. Sin embargo pienso, y claro que no soy la primera, que es la conjunción del sueño del creador y la real, verdadera y comprobada utilidad del espacio diseñado, son una creación inigualable, por no decir perfecta.

Ahora bien, lamentablemente los diseños suelen sacrificar las más de las veces a los usuarios. En las casas privadas el arquitecto probablemente está más sometido a las voluntades de los propietarios y directos financiadores del trabajo. En grandes proyectos privados también es posible que haya una supervisión más cercana de los delirios de los arquitectos. Pero tristemente cuando se trata de proyectos grandes y públicos, la supervisión está tan mezclada con política y complicaciones burocráticas que nadie reparará en el usuario. Es el triste caso de tantos edificios paceños.

A mí personalmente me afectan los espacios para biblioteca. A los arquitectos, que aparentemente no leen en las bibliotecas públicas que diseñan, les parece que las salas de lectura pueden ser cualquier cosa, espacios semi cerrados, semi abiertos, semi helados, helados totalmente y al final eso no importaría si no fuera que algunas salas de las bibliotecas más importantes de la ciudad de La Paz soportan las conversaciones y sonidos cotidianos de toda la institución. Desde la exposición en el piso de abajo, a la sala de solicitud de materiales, las secretarias en cada piso, el personal de limpieza y su cotilleo, las cafeterías con futbol a todo volumen, todo se oye, porque al arquitecto se le ocurrió que una sala de lectura semi abierta hacia el resto del edificio sería genial.

Los niños de colegio no pueden guardar silencio en la biblioteca, las secretarias tienen la obligacion de hablar y contestar el teléfono, las exposiciones deben llenarse de gente, las cafeterías deben entretener a su clientela con lo que mejor les parezca, pero el arquitecto debe garantizar la funcionalidad de sus espacios y una sala de lectura debe ser lo mas recluida y silenciosa en la medida de lo posbile. No podemos cambiar la idiosincrasia de un pueblo tan rápido como podemos lograr que nuestros arquitectos consideren que la gente en una sala de lectura va a trabajar y a estudiar, no a congelarse gratuitamente por no tener nada mejor que hacer. ¿Por qué se exige que algunos profesionales cumplan con su trabajo sin ninguna falla, como los médicos, los ingenieros, hasta a los historiadores se les reclama severos falseamientos, pero se permite que otros sacrifiquen la eficiencia por los sueños de grandeza, como los arquitectos y sus diseños?