lunes, 21 de febrero de 2011

Crítica descafeinada

La crítica de arte es una parte vital del sistema del arte. Su función básica es dar a conocer una valoración personal de una obra o un conjunto de obra a partir de la observación y el análisis. Esta valoración, en tanto que opinión basada en la experiencia personal, es subjetiva; pero requiere de una formación sólida en el tema del arte para poder así tener un resultado profesional. Para lograr esto es necesario tomar un riesgo.

Un riesgo que implica opinar, desde lo personal y no lo institucional, acerca de una obra, no de una persona ni de su calidad personal. Lamentablemente, la crítica se ha desvirtuado en un conjunto de ensayos destinados a hundir o ensalzar artistas sin mayor argumentación. Esto ha derivado en el total desprestigio del ejercicio de la crítica y la consecuente omisión de ella por parte del sistema.

En nuestro medio es raro encontrar en los medios de comunicación una crítica profesional de una exposición o de una obra.

Es más común la crónica social que casualmente ocurre en una galería o la noticia de la apertura de una muestra. Esto no es crítica de arte, es crónica descafeinada porque carece de lo importante. La gran diferencia reside en la ausencia total de una opinión formada que permita al texto crítico convertirse en la herramienta vital que debería ser. Porque la función de la crítica es aumentar nuestro conocimiento sobre el arte y sobre todo, nuestro entendimiento de él. No se requieren textos que se valgan de un lenguaje tan sofisticado que lo único que hacen es saltar la barrera de la legibilidad. Se necesitan textos que permitan aprehender el arte y eso, con el arte contemporáneo, es aún más importante por su alto nivel de complejidad.

La crítica del arte contemporáneo encuentra los múltiples sentidos en los que el concepto rebasa la obra y los resalta para que el público pueda conocerlos y apreciarlos. En tanto que esta crítica se concentra en la polisemia de la obra, el artista queda en un segundo plano, o al menos debería ser así si la obra es buena. Este texto que a manera de ensayo de opinión personal produce el crítico, tras una investigación, análisis e interpretación de la obra de arte tiene la cualidad de funcionar como vínculo entre lo visual y lo escrito, entre arte y literatura y sobre todo, lo más importante: entre arte y lectura.

Leer el arte es una de las tareas que se nos plantean desde hace décadas a los historiadores, críticos, curadores e investigadores del arte. La complejidad natural de la composición visual debe poder ponerse en términos de lectura para poder desentrañar los hilos que se tejen detrás de una producción artística. Éste es un reto que está todavía por abordarse de manera apropiada en todo el mundo, no sólo en Bolivia.

Faltan opiniones, falta debate, falta escuchar pero también decir. No podemos esperar a tener los profesionales más capacitados, generalmente extranjeros, para empezar a discutir sobre el arte boliviano, es necesario ensayar la opinión profesional, venga de la disciplina que venga. Hablar del arte es lo que el arte necesita.