martes, 26 de febrero de 2013

¿Periféricos? ¿Nosotros?

Creo que a nadie le gusta sentirse periférico, siempre suena a que las cosas te llegan tarde, a que no tienes nada original, a que eres como de segunda clase y no se siente bien. Incluso las periferias históricas, como la chilena. Cuando uno habla de Potosí colonial en Chile, te dicen que Potosí no tenía influencia en Chile porque Potosí era periferia y yo me quiero caer de la silla porque eso sí que no me cuadra. Sólo falta ver la pintura colonial chilena y listo, rest my case. Sin embargo, los entiendo. Entiendo que a nadie le gusta ser, ni haber sido, periferia. Sobretodo si en casos como este, la cosa se ha invertido. Potosí ya no es lo que era y Chile tampoco. ¿Será por eso que se nos acercan los curadores chilenos?¿Cómo para proveer a la cultura que se produce acá un sentido que sólo ellos parecen ver coherentemente? Es indiscutible que tienen los recursos económicos para gestionar cosas que aquí son cuasi impensables, pero también (y más doloroso tal vez) que tienen la formación y la capacidad para llevar adelante proyectos que a nosotros nos dan sustito o bien, a los que ni aspiramos por nuestra baja autoestima colectiva. Puede ser. De todas formas a mí no me gustó cuando Justo Pastor Mellado en una de las conferencias que dio en torno al SIART 2009 hacía su triangulación del arte contemporáneo entre tres ciudades periféricas: Iquique, Tucumán y La Paz. No por sentirme marginada por periférica, tampoco es que tenga aires de grandeza con mi La Paz, pero sigo pensando que no cuadra el programa propuesto. Lo mismo me parece cuando Rodolfo Andaur propone trabajar cosas Iquique – La Paz…cuando pienso que debería ser Iquique- Oruro – El Alto y esto no quiere decir que la relación adecuada tenga que ser Santiago – La Paz, no creo que tenga que ver con divisiones político administrativas, sino con regiones de influencia, con tráficos humanos, con flujos culturales. Ya me refutarán, como seguro lo hará Rodolfo, que entre Iquique y La Paz sí hay flujos y no estoy yo para negarlo. Sólo quiero reflexionar sobre los lugares que le adjudican a La Paz curadores chilenos. Los dos curadores mencionados son profesionales que respeto mucho y cuya presencia en La Paz creo que es por demás bienvenida y necesitada. No en vano en Replicante hemos trabajado con ambos y esperamos seguir haciéndolo porque estas gestiones no se hacen solas y quien esté interesado, que venga a trabajar! Pero sí y siempre sí, queremos poder definirnos nosotros mismos con respecto a nuestra región y aunque sea mínimamente, pienso que La Paz es un centro con sus periferias y que no comparte esas características con Iquique y Tucumán. ¿Qué compartimos entonces? ¿Estar lejos de los centros creativos? ¿Acaso no somos un centro creativo? O es en realidad un estar lejos de los centros financieros… Creo que en Bolivia hay dos centros artísticos muy activos: La Paz y Santa Cruz, uno más que otro en cuanto a diversidad y esta es una relación que nos llena la cabeza, en una pugna nacional por la primacía en algo. Como Santa Cruz ya es más grande, más pujante, más poblada, parece lógico que sea más artística. Pero no, todavía no. La Paz mantiene su fuerza con su apretada agenda cultural pero definitivamente está pendiente revisar cuáles son los flujos, el área de influencia y acción para poder encontrar nuevas relaciones regionales que sean enriquecedoras. Esto aprendemos de la visita de curadores extranjeros interesados en nuestro arte.

Originalmente publicado en www.laboratorioreplicante.com.bo



Cut and Paste


Transplantar las trenzas de una chola a la cabeza de Julio González, fue así como entendí el proyecto de Cut & Paste. Un proyecto que nos parecía muy prometedor, que alteraba la naturaleza misma del artista pero que en la práctica fue diferente y se propuso jugar con las piezas sociales de una ciudad a la que el artista no pertenece.
Tal vez es necesario que venga alguien de afuera para romper esas limitaciones y reservas del artista local. Tal vez un artista paceño no habría hecho esta obra así por varios motivos. Sin lugar a dudas, la figura de la chola es demasiado pesada/importante para el paceño como para violentarla. La chola es el símbolo de la supervivencia, es la mujer mestiza que adoptatodas las modalidades económicas y sociales a su alcance como el transformar su vestido pero sin romper sus vínculos familiares y lingüísticos para sacar el mejor partido a la vida. Es el producto colonial más hermoso y sofisticado que tenemos porque no todo producto de la unión de culturas tiene que ser malo o aculturado o transculturado o algún denominativo que se entienda como peyorativo, sino un producto donde las fuerzas de una y otra cultura encuentran un equilibrio balanceando un poquito de esto y otro poquito del otro para resultar en un sujeto, una práctica, una imagen exitosas. O ¿qué son la chola, el tata Santiago, el Gran Poder si no eso? Nuestros poderosos híbridos.
Creo que Santa Cruz no tiene esa conciencia tan cruda de la mezcla cultural…no entremos en el detalle del por qué, sin embargo en Cut & Paste es evidente que tanta carga cultural y simbólica eminentemente locales pasan a un segundo plano para el artista. Al paceño le costará digerir la obra porque el resultado es que el artista hace artístico lo que se hace en cada carnaval o entrada universitaria: mujeres jóvenes de las zonas más acomodadas que con bastante asco (incluida la modelo del performance en cuestión) mezclan el pelo propio con trenzas de chola para bailar caporales y morenadas que están de moda. Bailes en los que sus padres y abuelos no participaron por considerarlos “populares”. No es novedoso para nosotros ver eso, ni la actitud de la modelo que muy sobria por profesional acepta la acción, pero que horas después pregunta si ya se puede sacar las trenzas. Ahí encuentro yo la violencia de la acción, en el asco de la modelo que no aguanta el pelo más que para la sesión.
Esto es lo que destaca de esta obra de Julio González, la cual entra en una búsqueda que él viene trabajando desde hace varios años, tanto en registro fotográfico (Contacto, 2009) como en video (Cuerpo dislocado, ganador de Mención en el SIART 2011) y ahora en este performance, en torno a la chola paceña. Una de las conversaciones a la que nos remiten estas obras es al rol de pollera+manta+trenzas como investidura transportable y transplantable. González explora lo que es la chola cuando es un cuerpo travestido, cuando es su propio cuerpo y cuando es un cuerpo maleable, como el de una modelo, que a fin de cuentas es también un actor social local. Esto es evidente en los tres trabajos mencionados que se articulan muy bien pensados desde este punto de vista, a fuerza de que sin relacionarlos, el performance Cut & Paste quede flojo ante la obra precedente.

Publicado originalmente en www.laboratorioreplicante.com.bo